Sociedades con facturación anual elevada y EBITDA positivo.
Empresas de reconocido prestigio en el ámbito agrícola, ganadero o agroindustrial.
Negocios alimentarios con presencia en mercados nacionales o internacionales.
Compañías con activos estratégicos, como fincas rústicas, instalaciones de producción, almacenes o marcas registradas.